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martes, 26 de julio de 2011

Estas líneas sobre la situación del fútbol local y la televisación han sido escritas hace un par de años pero desgraciadamente nada cambió es más parece que la situación se ha agravado

Siguen pateando la pelota afuera

La sorpresiva terminación de los contratos de cesión de derechos de televisación del fútbol argentino por parte de la Asociación del Fútbol Argentino ocurrida hace dos años ameritó reflexionar sobre las aristas que involucran a estos contratos.

Existen algunas realidades incontrastables, como ser que pocos contenidos le brinden a los canales de televisión pagos tanto poder de atracción sobre los espectadores y anunciantes como aquellos vinculados con el fútbol. Este éxito asegurado en la comercialización se puede atribuir al carácter efímero de los referidos contenidos audiovisuales, al estar los consumidores sólo interesados en las audiciones en vivo, así como en el limitado grado de sustitución de dichos productos.[1]    Lo que lleva a que los montos que se barajen en la negociación de los acuerdos de cesión dichos derechos resultan ser  más que significativos.

Asimismo el fútbol reviste un interés significativo para la sociedad, lo que ha llevado al Estado Nacional en pasadas ocasiones ha tomar intervención sobre los referidos contratos, como por ejemplo al sancionar la Ley 25.342, que exige a las asociaciones deportivas y/o los titulares de los derechos de transmisión televisiva de encuentros de fútbol donde participe la selección nacional a comercializar esos derechos de modo tal que se garantice la transmisión en directo de dichos encuentros a todo el territorio nacional.  Sin embargo la reciente injerencia del Poder Ejecutivo Nacional sobre un contrato privado en curso de ejecución entre una asociación civil sin fines de lucro y una sociedad comercial, mediante el reemplazo del anterior comercializador de dichos derechos, no sólo implica un grado de intervencionismo asimilable a una expropiación encubierta sino que viene a agravar el esquema poco claro bajo el cual se venía ejecutando el referido contrato. Para efectuar dicha aseveración uno se basa en el nuevo monto que se habría comprometido a  pagar a la AFA, el cual duplica al que se venía pagando, y al extenso plazo de explotación de diez años que se habría fijado para esta nueva relación contractual.  

Tampoco se puede pregonar en esta materia que todo tiempo pasado ha sido mejor, desde el momento que la  ininterrumpida sociedad entre la AFA y el anterior operador se ha guiado por pautas completamente ajenas a la transparencia y a las reglas de la competencia, convirtiendo a los derechos de televisación en un negocio exclusivo y permanente para las partes involucradas.

La falta de transparencia se demostró cuando hasta los principales afectados, como son los clubes cuyos partidos iban a ser transmitidos, no sólo han carecido de injerencia alguna en la negociación sino que tampoco tuvieron acceso al contrato firmado, según los recientes dichos de un funcionario del operador privado. Mucho menos pudiera haber tenido acceso a dicha información “cuasi pública” en virtud del interés general en juego el común de los mortales. La perpetuidad bajo la cual se venía desarrollando el anterior contrato respondía a una metodología de negociación entre “gallos y medianoches” de las sucesivas prórrogas del contrato en ejecución, siempre asegurándose que ningún otro operador privado pudiese al menos competir en la puja por los derechos de televisación en juego. La perennidad de dichas relaciones resultan ser más gravosas para el interés económico general cuando se trata de la cesión de la totalidad de estos valiosos derechos audiovisuales en forma exclusiva.

No existe tampoco una pauta clara acerca de la valuación de los derechos audiovisuales en danza, no sirviendo basarse exclusivamente en los montos pagados en otras latitudes, puesto que nadie desconoce la diferente realidad que se presenta en el mercado local comparado con la del mercado europeo.  Sin embargo también es cierto que el valor del precio anual que se venía pagando por la totalidad de los derechos audiovisuales del fútbol argentino, es equivalente a lo que se le pagó en el año 2008 en el Reino Unido por los derechos audiovisuales de solamente el club  Newcastle United, recientemente relegado a la segunda división.[2] 

La poca claridad y la carencia de justificaciones razonables para establecer los precios de estos contratos pueden resultar sumamente peligrosas frente a las advertencias que ha sabido dar recientemente la OECD en un informe en relación a las vulnerabilidades que presenta el sector del fútbol respecto al lavado de dinero.[3] La apremiante realidad que presentan los clubes locales, y que habría llevado a la AFA a este brusco movimiento de timón, no va a verse favorecida en el futuro ante la significativa contingencia judicial creada con la intempestiva terminación contractual ni por el riesgo de cobrabilidad del Estado Nacional frente a un futuro cambio de prioridades en la agenda política.  

Sin entrar a evaluar el grado de prioridad pública que presentó ese intervencionismo estatal frente a las restantes acuciantes necesidades que presentaban y siguien presentando gran parte de la población, lo que llama la atención es el poco apego que se ha evidenciado en el cumplimiento de las normas de contrataciones y de administración financiera pública frente a la pasmosa celeridad en que se ha decidido la participación estatal en este negocio y los montos involucrados. Tampoco parece que se hayan evaluado los costos adicionales involucrados en la implementación de una infraestructura acorde para poder transmitir los eventos deportivos conforme a la tecnología que se requiere hoy en día. Frente a los rimbombantes anuncios que todo el fútbol va a ser transmitido por canales de aire, y por ende permitiendo un acceso libre y gratuito por parte de los televidentes, cabe plantearse de dónde surgirán los montos para recuperar la inversión realizada puesto que no resulta serio pensar que la misma va a surgir de la pauta publicitaria frente al marcado retroceso que existe en dicho sector.  

Una vez más nos volvemos a apartar de las tendencias que vienen imperando en el primer mundo, en esta oportunidad respecto a los criterios recomendados en cuanto a la adquisición y explotación de derechos audiovisuales del fútbol.

Parece haberse pergeñado este traspaso de derechos sin discurrir el amplio espectro de plataformas de distribución actuales, que no se limitan a la televisión sino a la TV sobre Internet (Web TV), IP TV y la telefonía móvil de última generación, lo que no sólo le otorga a los consumidores una mayor opción en relación al tipo de plataforma sobre la cual ver este deporte de multitudes sino para disfrutar de la nueva tecnología que es muy superior a la oferta de la televisión tradicional (ver varios partidos al mismo tiempo, servicios interactivos en tiempo real, o de acceder a los partidos en el momento que uno quiera), sin perjuicio que este contenido especial podría haber resultado en  un factor clave para propender a la convergencia entre las pantallas de las computadoras y de televisión.  

Frente a la decisión de cambio adoptada, se podría haber aprovechado para implementar un mecanismo competitivo en la adquisición de los derechos futbolísticos audiovisuales como para la adecuada explotación, aguas abajo, de los contenidos que se conforman a partir de dichos derechos, propiciando beneficios para el consumidor final en términos de elección, precio y calidad de los servicios. A tales fines y frente a un sistema de venta centralizada de los derechos, por el cual existe una ventanilla única de adquisición en lugar de club a club, se deberían haber previsto los remedios idóneos, como ser la limitación temporal de los contratos de cesión, la compartimentación del contenido en varios paquetes similares y según ventanas de explotación, la prohibición de no explotación de los contenidos, lo que sin duda hubiesen servido para establecer principios competitivos de ordenación del acceso a los derechos y a su posterior explotación, evitando particularmente la formación de posición dominantes, ayer privada y hoy pública, como consecuencia del control absoluto y prolongado de los derechos.

Desgraciadamente de la manera en que se han venido generando los acontecimientos nos permite afirmar que el nuevo jugador ingresado en este mercado no sólo no tiene pinta de crack sino que sigue pateando la pelota afuera. Decimos esto porque en el día de ayer el Comité Ejecutivo de la AFA decidió que a partir de agosto de 2012 no haya más Apertura ni Clausura. Tampoco promedios. Dentro de 13 meses, la primera división se fusionará con la B Nacional y tendrá 38 equipos: los 20 de primera, 16 de la segunda categoría y los campeones de la primera B y del Argentino A.    Ésos son los lineamientos generales de un anteproyecto que debe ser aprobado en la Asamblea anual de la AFA, que se celebrará el próximo 18 de octubre, el mismo día en el que se desarrollarán las elecciones en la entidad que rige el fútbol argentino. Y en las que Julio Grondona será candidato.

Esta supuesta revolución, según dichos del vocero de la AFA, implicará, en efecto, un nuevo contrato entre el Estado y la AFA para la televisación de los partidos, en el marco del programa Fútbol Para Todos: "El nuevo campeonato supone un nuevo régimen de retribución económica. Se generaría una nueva sociedad entre el Estado y la AFA que obligaría a la rescisión del actual contrato entre la empresa Trisa y los torneos de la primera B Nacional", precisó Cherquis Bialo. En ese convenio estaría estipulado un aumento en el monto, que podría duplicarse y llegar hasta los $ 1200 millones. De todas maneras, el monto se actualiza de acuerdo con el aumento del VBR (Valor Básico de Referencia) del abono de cable. Como la suscripción hogareña ya aumentó cerca de un 40% desde la certificación del convenio Estado-AFA hasta ahora y la cifra no se modificó, desde Balcarce 50 ya deben, al menos, $ 240 millones.
   
Además, el vocero confirmó que los partidos también serán transmitidos por una nueva señal: AFA TV, el canal oficial del edificio de la calle Viamonte que será dirigido por Horacio Gennari, ex integrante del Comité Organizador de la Copa América.

El nuevo torneo supone un nuevo embate sobre el Grupo Clarín, que detenta los derechos de la B Nacional hasta 2014.

Vale recordar que las principales ligas del mundo, acatando las sugerencias de la FIFA, estructuran los campeonatos con un máximo de 20 participantes. Así se evidencia en Inglaterra, España, Italia y Francia... La Bundesliga la juegan 18 conjuntos y la Superliga de Portugal, 16. En América del Sur, Brasil, el país con mayor cantidad de habitantes de la región (190.755.799, según el censo de 2010), tiene en el campeonato Brasileirao, el más importante de los que fiscaliza la Confederación Brasileña de Fútbol, 20 clubes. Hay 27 campeonatos estaduales que tienen entre 6 y 20 participantes, y sólo la Copa do Brasil, un certamen de eliminción directa y cuyo campeón se clasifica para la Copa Libertadores, cuenta con 64 competidores.

En China, el país con mayor población mundial, con 1339 millones de personas, la Superliga está conformada por 16 equipos; en la India, que ostenta 1210 millones de habitantes, el campeonato cuenta con 14 clubes. Apenas 16 equipos compiten en Rusia, que tiene más de 142 millones en su inmenso territorio de 22.430.000 kilómetros cuadrados.

Por cierto en el gobierno no se hacen demasiado problema por la cifra que deberán pagar para televisar los partidos, ya que el Fútbol Para Todos involucrará al doble de encuentros que hasta ahora, y eso redundará en una mayor exposición de la pauta oficial.

Es decir mayor circo ha ser pagado por todos los contribuyentes cuando por cierto, el pan sigue aumentando pese a que las estadísticas oficiales nunca se dignarán a reconocer dicho aumento.


[1] A nivel local la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia en el caso “Comisión Nacional de Defensa de la Competencia c/ Cablevisión y otros” (Resolución 28/2002) ha considerado al fútbol codificado como un mercado en sí mismo, constituido por los derechos de transmisión de los partidos de fútbol del campeonato de primera división que son televisados en directo. La principal razón por la cual  la CNDC entiende que el mercado relevante es el de estos derechos y no debe incluir, por ejemplo a los resúmenes de los partidos que se transmiten en diferido por la televisación abierta, a los partidos de fútbol de otros campeonatos nacionales que se transmiten dentro de los abonos básicos de la televisación por cable, a los demás espectáculos deportivos que se transmiten por televisión o el resto de los programas televisivos, es que, para los abonados al fútbol codificado en la República Argentina, tales programas no representan sustitutos próximos a los partidos del campeonato argentino de primera división que se televisan en directo a través del sistema codificado.
[2] “Lost in translation. Football Money League.” Deloitte. Febrero 2009.

[3] “Money Laundering through the Football Sector.” FATF Report. Julio 2009.

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