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domingo, 7 de julio de 2013

Dos Tipos Audaces. Assange y Grondona.




Argentina en el año 2011 adoptó un sistema biométrico para el proceso de identificación de su población sin que hubiese demasiados cuestionamientos  a nivel general sobre el manejo de los datos digitales sobre cada uno de nosotros, salvo algunas contadas voces que advirtieron sobre los peligros que puede generar sobre la intimidad y la privacidad.

En el año 2012 estalla el mayor escándalo sobre el manejo en Internet de cierta información no autorizada y que involucraba  actividad de diferentes gobiernos así como de personajes políticos de tolo el mundo, conocido como Wikileak  y el famoso joven soplón Assange, que anduvo buscando asilo político en diferentes países eludiendo las varias órdenes de captura internacional por el delito de revelar información sin autorización. Finalmente Assange se asila en Ecuador, donde el gobierno de Correa no se destaca por respetar la libertad de expresión, y tal vez esta movida lo ayudaba a convertirse en el defensor máximo del derecho de acceso a la información, por más que su política interna es de controlar la mayor cantidad de medios.

En 2013 otro joven, Edward Snowden, hizo estallar otro escándalo en Estados Unidos al denunciar prácticas del gobierno de captación y conservación no autorizadas de datos sobre comunicaciones de millones de usuarios por parte del gobierno, por más que no se tratara del contenido de las mismas.  No sólo se está discutiendo quien va a asilar a Snowden al ser un nuevo perseguido diplomáticamente, sino el alcance de la vigilancia de los estados sobre la privacidad de sus ciudadanos basados en razones de seguridad.

No habiendo terminado de calmarse las implicancias del caso Snoweden, Assange vuelve a la luz pública, declarando que el gobierno argentina es uno de los que más vigila en la región, y resurgiendo a las críticas vinculadas con el manejo de los datos biométricos.

Sin embargo estos noveles personajes se contraponen a la estabilidad en la escena pública de Julio Grondona, Presidente de la Asociación del Fútbol Argentino hace más de treinta cinco años, y también vicepresidente de la FIFA. Habiendo logrado convivir con todos los gobiernos de las últimas tres décadas de nuestro país como de la FIFA.  En uno de sus últimas decisiones en la AFA antes de su retiro, ha adoptado el sistema AFA plus de  acceso biométrico a los estadios.

Según dicho sistema para asistir a un partido de Primera División y del seleccionado argentino cada aficionado debe estar inscripto previamente en un Padrón Nacional de Aficionados. El empadronamiento se realiza en las sedes de cada club, debiendo suministrar, nombre, foto, domicilio, DNI y huellas digitales, recibiendo su carnet AFA plus que le permite comprar entradas e ingresar a los estadios.  Actualmente, son ocho los clubes que tienen sus obras avanzadas en el sistema: Lanús, Quilmes, Racing, Atlético Rafaela, Colón, Newell`s, Arsenal y Tigre.

El transporte público de pasajeros también cuenta con un sistema de manejo de datos personales transferidos a través de una tarjeta de pago de cada traslado, pero sin datos biométricos de los usuarios en juego. Los datos recabados no son más que los que tienen las companies de telecomunicaciones, con los metadatos, que si bien no incluyen el contenido de las comunicaciones, permite saber la ublicación  permantente del usuario, el momento de uso de las comunicaciones y los contactos personales. 

El gobierno ya ha tenido problemas con el manejo de datos vinculadas con actividades de inteligencia tendientes a vigilar a voces opositoras, conocido como Plan X, y sobre el cual nunca el gobierno aclaró el estado de situación del mismo.  Frente al fracaso compartido de las gestiones gubernamentales y de la AFA en cuanto a seguridad en el fútbol, resulta poco aliciente que el manejo de esa información sensible se ponga como íter fundamental para lograr controlar la inseguridad enquistada en todos los estamentos del fútbol profesional.

El riesgo del manejo irracional de la información biométrica se acrecienta cuando dichas prácticas son permitidas a sujetos con gestiones que no se han caracterizado por la transparencia en la información vinculada a su administración. Sin dudas la voz de Assange merece ser escuchada más cuando se refiere al manejo de información por parte de los gobiernos. Argentina ha sido el único país que ha llamado la atención de Assange, y sin que pueda considerarse como un revanchismo político internacional dado que los gobiernos de Ecuador y Argentina son aliados.

El llamado de atención dado por Assange debe enmacarse en un contexto donde los gobiernos se encuentran sumamente cuestionados en cuanto al respeto y cuidado de los derechos humanos de la ciudadanía frente a las funciones de vigilancia y seguridad asumidas sin contornos claros bajo la excusa de prevenir el terrorismo internacional, y que cuentan con diferentes grados de complicidad del sector  privado.

Ahora bien, en los últimos diez años el gobierno nacional argentino no se ha caracterizado por demostrar preocupación alguna con la inseguridad acrecentada por factores locales. Ante la falta de una política planificada de seguridad parece innecesario que un gobierno poco tolerante con los detractores de sus políticas, cuente con un montón de datos personales que le permitan vigilar y controlar a aquellos que más le interesen.

Sin dudas que concurrir a un estadio va a ser mucho más difícil de lo que es hoy en día, lo que sin duda beneficia a Fútbol para Todos, ya que va a resultar el medio más accesible para seguir a tu equipo de fútbol en forma gratuita. No creo que haya muchas esperanzas en que aquellos que viven fuera del marco de la legalidad vayan a aceptar brindar sus datos personales para entrar en los estadios.  Ante lo cual van a convivir en los estadios, aquellos ciudadanos que resignaron a su privacidad sin una razón clara con los inadaptados de siempre que van a permanecer invisibles ante los controles que quieran registrar su presencia.

Tal vez la advertencia de Assange para algunos puede no ser tan grave, más si consideran que una alerta sobre violaciones de derechos humanos tiene un efecto temporario. Es decir siempre cumple con la premisa del que todo pasa.  



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